María, nuestra Madre, nos acerca al Señor
La persona de la Virgen María nos acerca siempre a su Hijo, Jesucristo Nuestro Señor: Dios se ha hecho realmente hombre, se ha encarnado en nuestra historia humana. Los primeros cristianos vieron en María la “llena de gracia”, la mujer especialmente favorecida, la “bendita” y fuente de bendiciones para cuantos se acercan a ella. Y en este sentido es ejemplo vivo de lo que debe ser toda persona y toda comunidad evangélica: alguien que se abre a Dios, que se deja llenar por el Espíritu y busca en todo la voluntad del Padre, como servicio de amor liberador a los hombres.
En nuestra cofradía veneramos a la Virgen de la Piedad. Ella nos ayuda, especialmente a nosotros los cofrades, a seguir acrecentando nuestro amor a su Hijo y nuestro sentido profundo de pertenencia a su Iglesia: la cofradía es una importante parte activa de nuestra Iglesia diocesana, hasta el punto que, sólo desde ella y en ella, tiene sentido nuestro sentir cofrade. Un sentir que, tiene como meta principal anunciar a Cristo, ser verdaderos evangelizadores.
Día a día estamos invitados a redescubrir y a vivenciar el Evangelio y a experimentar que el encuentro de fe con Jesucristo es manantial continuo de vida, de vigor y de esperanza para nuestra cofradía, para cada uno de nosotros y para nuestro mundo. Sólo desde esta experiencia podremos luego ser testigos de lo que hemos visto y oído: podremos proclamarlo, que eso es evangelizar. Sobre todo en el seno de una cultura que parece cerrarse cada día más a Dios.
Hoy los cofrades, como católicos que somos, por un lado, necesitamos abrirnos a Dios, porque sin la fe en Dios terminamos por perder la fe en el hombre y en la vida: la secularización y el laicismo de la sociedad no debe llevarnos al silencio de Dios y menos a su olvido; por otro lado, debemos promover un profundo sentido eclesial y luchar contra tantas influencias y presiones que procuran conducirnos hacia lo puramente tradicional o costumbrista: la cofradía de la Piedad ha de ser referente de fe en el barrio del Molinillo y manifestar coherentemente su sentido eclesial en nuestra estación penitencial el viernes Santo.
A María, pues, nos encomendamos, la Virgen de la Piedad, Madre nuestra y Madre de la Iglesia.
José M. Ferrary Ojeda
Director espiritual de la cofradía.